Azul y cielo

he estado en ese bello lugar
en la soledad constante
permanente ya sin miedo
cerca de un mar, pisando una playa
tocando de a poco en tanto la felicidad
sola
que nada interrumpe el canto de las olas
que rompen en mis pies
sin ningun dolor, tal vez el sabor de la sal
sin el calor de una ajena piel que mienta
y con el beso incondicional del sol en los hombros
sola en un reino de estrellas sinceras
y la mirada fija en el brillo del atardecer
poseyendo el rostro del placer de tanta belleza
surciendo las alas de las aves
y sembrando otra vez las mías